Transfusiónes de sangre, un descubrimiento argentino
Médico, profesor, investigador
El Dr. Agote nació en Buenos Aires el 22 de septiembre de 1868. Tras cursar sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Nacional, ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (1887) donde se graduó de médico con una tesis sobre hepatitis supurada (1893). Luego, comenzó a ejercer su profesión en el campo de la clínica hasta que en 1895 fue designado director del lazareto de la isla Martín García.
En 1905 fue profesor suplente en la Facultad de Medicina y en 1915 titular de la cátedra de Clínica Médica.
En el mes de noviembre de 1914, el Dr. Agote logró efectuar exitosamente la primera transfusión de sangre en un recipiente sin que se coagulara, experiencia de trascendencia internacional que se llevó a cabo en el Hospi tal Rawson de Buenos Aires.
Por entonces, el médico francés Jean Baptist Denys había conseguido realizar una transfusión de sangre de un carnero a un paciente y en 1900 su colega austríaco Karl Landsteiner descubrió substancias en la sangre capaces de aglutinar glóbulos rojos en la sangre de otros seres humanos, los denominados grupos sanguíneos y la incompatibilidad entre unos y otros, un paso trascendente que habría de coronar exitosamente el médico argentino.
La primera transfusión de sangre
Tras incontables experimentos, el Dr. Agote y su asistente de laboratorio Lucio Imaz, determinaron que una substancia de sodio era la que evitaba la formación de coágulos en la sangre. Después de varias pruebas, el 9 de noviembre de 1914, concretaron exitosamente la transfusión de 300 cm3 de sangre, donada por un empleado del Hospital a una parturienta que tres días después dejó el nosocomio en perfecto estado de salud.
El doctor Agote comunicó su descubrimiento al mundo y en un primer momento solo recibió respuestas corteses por vía diplomática. Cuando el “New York Herald” publicó una síntesis de su método, el tema comenzó a inte resar, a tal punto que el norteamericano Lewinsohn y el belga Hustin se apresuraron a reclamar el descubrimiento como propio (venían trabajando paralelamente al científico argentino). Se entabló entonces una polémica en la que unos y otros se atribuyeron la prioridad aunque la publicación del estudio en el periódico norteamericano y las constancias del anuncio del descubrimiento efectuadas oportunamente por el Dr. Agote, fueron pruebas contundentes que dejaron aclarado que fue él quien primero logró la hazaña.
Foto del donante, en el Hospital Rawson ( 1914 ), de la primer transfusión de sangre de la historia.
Un aporte invalorable
Este importantísimo avance de la medicina, salvo infinidad de vidas, sobre todo en los campos de batallas de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial.
Un célebre científico porteño
El célebre científico porteño. También estudió el uso del suero “Behring” en el tratamiento de la difteria y se ocupó de temas relacionados con la higiene pública.
En 1910 y 1916 el Dr. Agote fue diputado nacional, siendo suyos los proyectos de creación del Patronato Nacional de Menores Abandonados, la Universidad del Litoral y la anexión del Colegio Nacional de Buenos Aires a la Universidad.
A lo largo de su trayectoria, el Dr. Agote escribió importantes obras científicas y literarias, recibió numerosos premios y distinciones, presidió congresos y dictó conferencias.
Después de su fallecimiento, se colocó su nombre a una calle en Buenos Aires, a la Escuela Nacional de Comercio, al Instituto Modelo de Clínica Médica, al Instituto Nacional de Protección de Menores, a escuelas, a bancos de sangre y a un hospital de nuestra capital.
La Argentina ha dado al mundo hombres que descollaron en diversas disciplinas. El Dr. Luis Agote fue uno de ellos y hoy su nombre brilla junto al de los científicos más destacados de la historia humana.