La preocupante situación de la venta de tierras argentinas en zonas vedadas para ser realizarlas marca la flagrante desidia y despreocupación que denotan los políticos, de turno, que ven en ello el gran negocio para enriquecerse, sin importarles que lo que hacen va en contra del el mismo interés y seguridad e integridad nacional . Tierras paradisíacas del noroeste territorial, pero fundamentalmente del sur argentino están siendo vendidas al mejor postor a través de maniobras de testaferros y pantallas legales que ocultan a sus verdaderos compradores. Un ejemplo claro de ello es la venta de miles de hectáreas en la localidad del El Bolsón en la provincia argentina de Río Negro, a un magnate británico de nombre Joe Lewis que tomó el control de un lago público como el Lago Escondido y que prohíbe el libre tránsito hasta ese lugar por considerarlo como propio. Esta clase de venta le otorga a los propietarios, de esas tierras, la libre disposición de las mismas pudiendo hasta tener su propio ejército de empleados armados para defender sus propiedades. Como los tiene Lewis y en donde sus lugartenientes vociferan que se resistirán con armas ante cualquier dictamen aunque fuera de autoridad judicial que vaya contra los intereses de Lewis. Esto refuerza cada vez más la idea que de la misma forma como a México le robaron Texas, con el asentamiento, en ese territorio mexicano, en principio de pocos colonos que con el transcurrir del tiempo fueron aumentando , hasta llegar el momento de sentirse tan fuertes como para querer proclamar la independencia, o decidir anexarse al territorio estadounidense. De la misma forma podría ocurrir en nuestro territorio. Dejando que hagan y deshagan a gusto no respetando las autoridades judiciales permitiendo el libre albedrio y por falta de legislación al respecto que castiguen y quienes cometan actos contrarios al interés nacional. Entre alguna de las excentricidades del multimillonario según se sabe el mismo Lewis hace tomar el agua limpia del Lago Escondido a sus visitas y también vendería agua embotellada al exterior.
El ecologista
Otro de los grandes terratenientes de suelo argentino es Douglas Tompkins, un millonario estadounidense fundador de la línea de indumentaria North Face and Esprit ha comprado más de medio millón de acres (240.000 hectáreas) de los Esteros del Iberá, una región pantanosa donde abunda la vida silvestre.
Para algunos es un héroe por su custodia del medio ambiente. Otros ven en su compra de tierras una amenaza al patrimonio nacional.
En una entrevista con The Associated Press, Tompkins explicó que la agricultura industrializada está consumiendo grandes porciones de los pantanos y sabanas de Argentina y que las capas superiores del suelo están desapareciendo.
"Adonde quiera que mire aquí en Argentina veo un abuso masivo del suelo... como ocurrió en Estados Unidos 20 ó 30 años atrás", dijo.
Tompkins espera hacer en Argentina lo que hizo en Chile: crear grandes áreas protegidas de la agricultura y el desarrollo industrial y, en el futuro, devolverlas al gobierno como reservas naturales. Actualmente posee más de un millón de acres (400.000 hectáreas) en Chile y Argentina, que en conjunto forman un territorio mayor a la superficie de Bélgica.
Pero sus posesiones son tan vastas que despiertan desconfianza. Sus críticos agitan teorías conspirativas, acusan a Tompkins de buscar apropiarse de una de las mayores reservas de agua dulce de Sudamérica y temen que nunca vaya a devolver esas tierras al Estado.
"Estas tierras no deberían pertenecer a un individuo y mucho menos a un extranjero", se quejó el activista Luis D`Elía, quien argumenta que el magnate podría quedarse con el "control de recursos que van a ser escasos en el futuro, como el agua".
Las posesiones de Tompkins en Argentina se ubican sobre el Acuífero Guaraní, que se extiende hacia el norte hasta Paraguay. Los pantanos permanecen silvestres, con ciervos que se alimentan de pastos altos, familias de carpinchos que chapotean en el agua barrosa y caimanes que se calientan al sol en las orillas de pequeñas islas.
Varios millonarios extranjeros han comprado alrededor de 4,5 millones de acres (1,8 millón de hectáreas) en Argentina y Chile en los últimos 15 años -Sylvester Stallone, Ted Turner y el italiano Luciano Benetton, entre otros-.
Tompkins fue uno de los pioneros y compró tantas tierras en Chile como para dividir a la mitad el país.
Los funcionarios argentinos le vieron la veta a fines de los 90 y buscaron captar su filantropía alquilando un avión con el que lo llevaron a recorrer áreas de importancia ecológica.
"El presupuesto para conservación de tierras me estaba haciendo un agujero en el bolsillo", dijo Tompkins.
En 1998 compró una propiedad de 120.000 acres (48.500 hectáreas) y ha incrementado sus posesiones en Argentina hasta alcanzar los 600.000 acres (240.000 hectáreas). Pero hasta ahora sólo se ha dedicado a atraer turistas ecológicos a los que alberga en tres viejos ranchos que han sido renovados como casas de huéspedes.
El fondo fiduciario de Tompkins, Conservation Land Trust, pretende recuperar los osos hormigueros, nutrias y hasta jaguares que habitaban la región y que prácticamente han desaparecido. Pero sus vecinos granjeros desconfían de sus intenciones.
"No creen que el proyecto sea realmente para conservación sino una cubierta para otros intereses", dijo Sofía Hienoen, directora del proyecto Iberá, mientras un ñandú picoteaba la red metálica contra mosquitos de la ventana de una de las casas de huéspedes.
La política internacional también desempeña un papel importante. El rechazo a Estados Unidos por la guerra en Irak y las políticas de Washington para América Latina es elevado y algunos ven a Tompkins como otro intruso imperialista que viene del Norte.
El resentimiento alcanzó su punto máximo el año pasado cuando D`Elía, que por entonces ocupaba un puesto en el gobierno de izquierda del presidente Néstor Kirchner, acusó a Tompkins de bloquear el acceso a caminos públicos y cortó algunos los alambrados de su propiedad.
"El cometió el atropello de alambrar la ruta provincial número 6, que es el único acceso y egreso que tienen los pobladores del lugar", argumentó D`Elía.
José Luis Niella, un sacerdote católico y activista social, dijo que la gente pobre de la región ya no tiene acceso a las tierras donde sus antepasados vivieron libremente durante generaciones. "No es justo que sólo se preocupe por la protección del ambiente", se quejó.
En Chile, el senador independiente Antonio Horvath se ubicó en la misma línea, sostuvo que el gobierno chileno debe tomar una decisión sobre el uso de las tierras y se quejó de que "efectivamente en Argentina hay lugares donde (Tompkins) ha comprado tierras desde la frontera en el mar, separando al país en dos".
Legisladores de la oposición en ambos países han intentado en vano expropiar las posesiones de Tompkins o poner límites a sus compras de terrenos.
Tompkins hace caso omiso a las críticas.
"Si tuvieras que irte a dormir cada noche pensando en cada acusación que puede aparecer al día siguiente, terminarías consumido", dijo. "Algunas son hasta graciosas... Sólo tienes que vivir con eso y enfocarte en las cosas que estás haciendo".
Tompkins insiste en que devolverá las tierras a los gobiernos de ambos países para que sean preservadas como reservas naturales o parques, y que seguirá adelante con su proyecto, "un muy buen ejemplo de lo que la conservación privada puede hacer".